¿Por qué las empresas y los empleados deben tener valores compartidos?

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Esta es una pregunta que todas las empresas deben hacerse antes de contratar a un trabajador. El éxito de la comunicación corporativa comienza realmente con una cultura comercial saludable, que promueve y modela el mismo sistema de valores de arriba hacia abajo. Los líderes de la compañía deben definir claramente los valores de la organización, la visión de liderazgo y los comportamientos esperados de los empleados. Este es el ADN de su cultura corporativa. Tener unas metas y unos valores definidos es sentar las bases de una comunicación eficiente.

Todos los aspectos de una empresa están interconectados y las acciones de los empleados inciden directamente en ellos, especialmente si se producen cambios frecuentes. La incapacidad de transmitir unos valores claramente definidos a los empleados podría ser una razón por la cual las empresas no prosperan. Si los empleados no comprenden los valores de la empresa, toman decisiones que no están alineadas con ellos, lo que afecta a su departamento y al conjunto de la organización.

El problema puede comenzar con un pequeño número de empleados que tal vez no han recibido una comunicación clara sobre los valores de la empresa; de ahí la importancia de identificarlos y transmitirlos con claridad a todo el personal. Comunicar el sistema de valores es un ingrediente clave que ayudará a formar la cultura empresarial deseada.

 

Los valores personales han de ser congruentes con los valores empresariales

Cuando los valores personales se corresponden con los valores empresariales que son sistemáticamente comunicados, conocidos y compartidos, resulta más fácil definir acciones individuales que contribuyan a lograr los retos generales de la empresa.

Si existe esta alineación, se forjan colaboradores comprometidos con una empresa a la que sienten como propia. Son personas cuya aportación, implicación y compromiso se potencia gracias a la identificación con los valores empresariales que refuerzan su orgullo y sentido de pertenencia a la organización.

En compañías conscientes de la importancia de fomentar una gestión basada en valores, no basta con seleccionar a las personas que se incorporarán a la empresa en función de sus capacidades técnicas y su perfil de competencias. Es clave contar con unas garantías mínimas de que los valores individuales serán congruentes y compatibles con los valores empresariales.

 

La gestión por valores para alinear sistemas de competencias con la estrategia empresarial

Los valores empresariales son inherentes a la cultura de la organización. Así, los distintos modelos de competencias por rol incluyen un conjunto de habilidades organizativas transversales que, al estar basadas en valores empresariales, conforman la cultura corporativa de la empresa.

Estos valores empresariales no consiguen su objetivo y resultan ser completamente ineficaces si lo que se sabe y se observa de ellos no trasciende a través de ejemplos prácticos. Es así como directivos, líderes y mandos intermedios ganan credibilidad, construyen espacios de influencia y, a partir de ahí, desarrollan una rica y expresiva relación profesional con sus colaboradores, basada fundamentalmente en la confianza y en el respeto recíprocos.

Cuando el sistema de valores de los empleados se alinea con el sistema de valores de la empresa, se genera un verdadero equilibrio corporación-empleado. Una vez que esto ocurre, es muy probable que el trabajador, equipo o departamento no tome decisiones que afecten negativamente a la compañía. Sin embargo, si los valores y el proceso se ven comprometidos, es cuando pueden generarse problemas, pues no se logra el equilibrio y se produce un modelo de empleado más reaccionario.

 

Hablar sobre la cultura corporativa

Cada empresa tiene una cultura que empieza con la marca. Y esta marca comienza con los empleados, que son los catalizadores de una empresa saludable. Lo que dicen, cómo actúan, cómo hablan con los clientes y, lo que es más importante, cómo encajan en el sistema de valores de la empresa es fundamental.

La cultura de una empresa está formada por muchos tipos diferentes de personas y hábitos de trabajo. Es un ecosistema altamente complejo de gestionar. Las empresas fracasan porque no tienen una cultura corporativa consistente, clara y articulada que informe a los empleados sobre su visión, misión y expectativas. Cuando la cultura no se explica bien ni se refuerza continuamente, aparecen los problemas, que son un síntoma preliminar de por qué estas empresas no pueden crear y mantener un crecimiento saludable.

Si el personal no está seguro del objetivo final, ¿cómo puede lograrlo? La lección aquí es asegurarse de que se está comunicando a los empleados la cultura, la estrategia y el proceso que deben seguir para tener éxito. La coherencia y la claridad son la clave.

Comunicación, valores, cultura y colaboración: todos son elementos importantes. Si no se logra un equilibrio en la forma en que interactúan los empleados y la empresa, seguirá existiendo un problema, que consiste en una toma de decisiones desequilibrada y una cultura reactiva, no proactiva. Esto es lo contrario a una estrategia empresarial racional y saludable.

Es necesario asegurarse de que todos los empleados y departamentos comprenden, adoptan y ejecutan el mismo sistema de valores. Una cultura empresarial bien definida genera equilibrio y este crea una fuerza de trabajo proactiva y una empresa saludable, bien posicionada para el crecimiento y el éxito.

 

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