Las 4 claves del liderazgo inteligente para desarrollar el talento en la empresa

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Construir un marco de referencia para que las personas reconocidas como líderes ejerzan en sus equipos una influencia homogénea, coherente y alineada con la estrategia de la compañía es clave para el crecimiento de la organización.

Algunas empresas están empezando a crear los denominados manuales de liderazgo, que tienen como objetivo asentar las bases de lo que en cada organización significa ser un líder emocionalmente inteligente e inspirador. Un buen liderazgo sin duda favorecerá mayor motivación y compromiso de los empleados, así como el desarrollo del talento dentro de la empresa.

En primer lugar, es necesario crear un índice de competencias y de comportamientos y someterlos a una valoración por cada área o departamento de la empresa. Con los resultados, se establecerá un ranquin de aquellas competencias y comportamientos mejor valorados y, a partir de esos datos, es posible crear un modelo propio de liderazgo inteligente basado en una veintena de competencias directivas.

 

Las principales características de este tipo de liderazgo serían:

 

1. Motivador de resultados

Los líderes inteligentes han de garantizar la obtención de buenos resultados a corto plazo. Para conseguirlo, deben promover el trabajo hecho con calidad, eficiencia y rigor. Esto se consigue creando principalmente entornos laborales motivantes y optimistas y promoviendo una cultura colaborativa entre los diferentes equipos o departamentos.

El líder comunica los objetivos explicando su relación con la estrategia de la compañía. Ayuda a sus colaboradores a comprender el valor y el sentido de su trabajo reconociendo sus logros y progresos. Es capaz de delegar y de favorecer la colaboración transversal con el objetivo de aumentar la eficacia del equipo. Propone retos profesionales personalizados en función de las capacidades de cada uno.

 

2. Impulsor del cambio

Un liderazgo inteligente no puede quedarse solo con una visión cortoplacista. Ha de estar abierto a nuevas ideas y potenciar la innovación y el pensamiento creativo. Debe tener y saber transmitir unos objetivos y una visión de futuro. Promueve la digitalización fomentando el uso de aplicaciones y de redes sociales internas y externas.

Estos líderes siempre están buscando nuevas oportunidades de negocio. Crean un clima de trabajo abierto en el que fomentan las nuevas iniciativas y opiniones e involucran a sus empleados y colaboradores en la toma de decisiones. Son capaces de cambiar su enfoque o punto de vista ante un argumento sólido de sus colaboradores.

 

 

3. Desarrollador de personas

El líder del siglo XXI debe tener como uno de sus principales propósitos el potenciar el crecimiento personal y el compromiso de los empleados. Debe ser hábil y ágil a la hora de detectar el talento de cada trabajador y de contribuir a su desarrollo. En este aspecto, son primordiales las habilidades de comunicación, escucha activa y feedback positivo. Ha de estar capacitado para fomentar la confianza entre los empleados y la de estos con él. Ha de potenciar la autonomía y la responsabilidad de los equipos y creer en la formación continuada como uno de los principales métodos para contribuir al desarrollo del talento personal.

Este tipo de líder acompaña a sus colaboradores y los guía en su proceso de mejora ofreciéndoles asesoramiento y coaching. Es capaz de identificar el potencial de cada empleado, así como los puntos que hay que mejorar. Fomenta la aportación de opiniones, que integra en la visión y estrategia general de la empresa, y sabe, ante todo, animar e ilusionar a su equipo mediante retos motivantes para todos.

 

4. Conector de talento

Un líder inspirador sabe gestionar el talento colectivo como base de la transformación de la organización. Genera un espíritu de equipo entre los empleados y crea espacios en los que compartir experiencias y conocimientos. Promueve una comunicación transversal fluida y transparente y un diálogo constructivo entre todos los miembros de la compañía.

Emprende acciones que favorecen el aprendizaje y la mejora profesional. Potencia la interacción de sus colaboradores con el entorno, facilitando y animando su asistencia a foros, charlas y eventos. Trabaja su red de contactos externos para su mejora profesional y organiza con cierta frecuencia diferentes acciones de team building con el objetivo de mantener a los equipos cohesionados y motivados.

 

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